domingo, 4 de enero de 2009

OPINIÓN-EUCLIDES ROA ESCOBAR

RECUERDO DE UN GRANDE AMIGO, AUGUSTO ARBELÁEZ GÓMEZ
Euclides Roa Escobar
"En las paredes de su bufette de abogados exhibía alusivos a la gesta mexicana de su gran afecto"
El 9 de Diciembre se cumplió el primer aniversario de la muerte de este excelente amigo, el humanista, el jurisconsulto, el dirigente político de grandes dimensiones y activo militante de su partido, el conservador. Al comienzo del año realicé, con motivo de su fallecimiento, una pequeña semblanza analítica del caballero de
la inteligencia, del saber y de la política. Hoy, un año después de su partida, viene a mi memoria una serie de episodios vividos por Augusto, quien, con emotividad los relataba al grupo de amigos que acudíamos los Viernes finales de mes a la tertulia en su oficina de abogado que él alentaba con su verbo descarnado y vivaz, empleado en la explicación de los diversos temas que él proponía y los que se le planteaban.

Se hace menester ahora hacer gratísima alusión a los contertulios que Augusto concitaba para el diálogo ilustrado. El más asiduo de todos lo fue Germán Agudelo Gómez, ex parlamentario y antiguo di rigente Conservador del Tolima. Su proverbial generosidad corría pareja con ese certero y lógico sentido común como él conceptuaba sobre los sucesos de la vida regional y nacional. Él mismo, Germán, se encargaba de irrigar con fino licor la amenidad de las conversaciones. Mariano Rodríguez Suárez y Nicolás Espinosa ponían su inmenso grano de arena en la polémica jurídica, al igual que el profesor universitario Efraín del Río, civilista de gran calado. En varias ocasiones nos acompañaba igualmente el doctor Guillermo Laserna Pinzón quien a pesar de su gloriosa ancianidad daba cátedra de historia con su excepcional memoria y sus jocosas anécdotas. En oportunidades iba acompañado de su yerno el Doctor Fernando Uribe ingeniero de trayectoria, de vasta erudición y de conocimientos prácticos. También asistía el doctor Gallo Aya, caro amigo de Augusto.

Quien iniciaba la disertación a la manera de las brillantes históricas tertulias del pasado, lo era el propio anfitrión, quien se paseaba con lucidez por las áreas del derecho, la literatura, la historia, la religión y la política, la nuestra y la foránea.

Su larga permanencia en Francia donde cursó especialidades jurídicas le dejó muchos recuerdos, episodios y anécdotas de singular valía, como por ejemplo su estrecha amistad con el poeta cubano Nicolás Guillen y el escritor mejicano Carlos Fuentes. Discurría con elocuencia sobre los políticos franceses y los jurisconsultos de la patria Gala, grandioso numen de su ser. Le tomó verdadero afecto a todo aquello que emergiera de la ciudad luz. Hablábamos de los presidentes, los científicos, los militares, de los artistas del cine y de los del canto popular y de la opera. La conversación martillada de exquisitos adjetivos para cada personaje y ocasión, hacía más deslumbrante el diálogo, así como también el uso de la despectiva diatriba para anatematizar la conducta de quienes han fungido como miembros de la clase dirigente de nuestra tierra. Era implacable en la crítica y la censura a la gente sin carácter y sin destinos fijos que emulaban en la contienda política forjadora de una medianía intolerante por lo incapaz, lo que ha impedido el surgimiento de un liderazgo intelectual y moral.

Era emotivo su grato recuerdo del gobernador Palacio Rudas de quien fuera secretario de gobierno de 1960 y del distinguido caballero del liberalismo Severiano Ortiz Nieto, su asesor en asuntos de paz en los comienzos del frente nacional, con sus políticas de reconciliación y rehabilitación.

Dos te mas de singular importancia histórica trascendente en el contexto americano los saboreaba con delectación nuestro personaje, cuyo recuerdo evocamos. La Revolución Mexicana y la Revolución Cubana, haciendo énfasis en el gobierno progresista de Lázaro Cárdenas (1934-1940) en la nación Azteca y de su notoria influencia en el régimen liberal de la revolución en marcha del viejo López (1934-1938).

En las paredes de su bufette de abogado exhibía cuadros alusivos a la gesta mexicana de su gran afecto, porque estaba imbuido de su causa y sus efectos que en momento alguno dejó de hacerlos públicos. Su narrativa precisa lo convertía casi en protagonista del relato, porque contaba la historia con el lenguaje común lejos del protocolo académico. Sin ser comunista ni procastrista, consideraba a Fidel Castro como un personaje significativo de la América Latina en la segunda mitad del siglo XX. Decía que la injusticia social, convirtió a Pancho Villa en México de bandolero en revolucionario contra el régimen despótico de Porfirio Díaz y a Fidel en Cuba
como verdadero líder contra la dictadura de Bastista respaldada por Estados Unidos.

Cuando sobrevino la crisis del UPAC y con ella los pronunciamientos judiciales y las burlas al sistema de liquidación y a las directrices de la Corte Constitucional en pro de los deudores, Augusto fue tajante en la acerbía crítica al sistema financiero colombiano considerándolo como el más avaro de Latinoamérica, sin miramiento alguno por el usuario de su explotación.

La personalidad y el carácter de Augusto Arbeláez, como él lo demostraba en el acontecer de su vida, son los valores que debe poseer esta sociedad del presente para acoplarse a la resistencia de los graves embates del futuro. Si viviese hoy Augusto Arbeláez estaría en la contienda del debate público sobre tantos y profundos problemas que agobian a la República. Ahí esta todavía presente el narcotráfico, más fuerte y nocivo que antes, las pirámides, los falsos positivos, la corrupción que ha invadido a todos los estamentos sociales.

Podría extenderme aún más sobre lo que significó este amigo excepcional, pero el espacio es limitado y hay que respetar los compromisos del amigo Director de la Revista.

Augusto Arbeláez Gómez, modelo de políticos con carácter y decisiones alentaba su espíritu con los nobles y determinantes valores de la dignidad y de la inteligencia.

2 comentarios:

Genny Marcela Ramirez Diaz dijo...

Indudablemente no hay otras palabras para describir a el Dr. augusto Arbeláez, los años que viví a su lado y las cosas que aprendí de él, me hacen recordarlo de una forma muy grata, era un gran hombre. Lo quise como a un padre.

Att: Marcela Ramirez Diaz

Unknown dijo...

Me gustaria conocer mas de la vida de este honorable señor cualquier persona o informacion al whatsap 3118570306